
En plena Reserva Nacional del desierto de Mojave, a 24 Km de la carretera interestatal 15, y en medio de la nada, había una cabina de teléfonos que instaló en los años 60 la compañía Pacific Bell por orden del gobierno del estado de California para que sirviera de ayuda a los mineros que trabajaban en aquella zona. En un principio, el teléfono era de magneto, posteriormente se puso uno de disco y, ya en los años 70, se puso uno más moderno de teclas que es el que podéis ver en la siguiente imagen.
La fama de este singular y solitario teléfono comenzó el año 1997, cuando Godfrey Daniels estaba leyendo una revista en la que otro lector, que firmaba como Mr. N, señalaba en la sección de Cartas al Director que había encontrado una pequeña marca en un mapa del desierto que permitía su localización. Mr. N contaba que, intrigado, se subió a su coche, se fue a buscarlo y que consiguió encontrarlo, y para dar más veracidad a su escrito, publicó también el número que tenía asignado: el (714) 733-9969.

Daniels se contagió de la obsesión de Mr. N y comenzó a marcar una y otra vez ese número, esperando que alguien le contestara al otro lado, llegó a hacer un registro de llamadas y comenzó a convencer a todos sus amigos para que llamaran ellos también.
Un mes después, la perseverancia de Daniels y sus amigos tuvo su recompensa: el teléfono daba señal de ocupado, por lo que continuaron llamando frenéticamente una y otra vez hasta que contestó una voz de mujer, Lorene, que trabajaba en una mina de escoria volcánica cercana y se había acercado hasta allí para, lógicamente, hacer una llamada.
Pero la fiebre de Daniels no terminó ahí, ya que, desde ese momento, visitó la famosa cabina en cinco ocasiones, reflejando cuatro de ellas en su blog, gracias a lo cual, el teléfono fue ganando cada vez más y más popularidad. En uno de esos viajes, el que hizo junto con un grupo de amigos el año 1999, atendió 72 llamadas en apenas cuatro horas hechas desde lugares tan distantes como Canadá, Alemania o Australia.
Hubo momentos en los que se llegó al delirio: un tal Steve se enteró de la existencia de la cabina a través de la página de Daniels, y otro tal Chuck -pero no el Norris-, a través de la página de Steve. Chuck se puso a llamar por teléfono a la cabina, y como le daba constantemente la señal de ocupado, llamó a Steve para decirle que creía que alguien lo había dejado mal colgado, por lo que, sin conocerse, emprendieron el camino juntos para colgarlo. Cuando llegaron, pudieron comprobar que lo que ocurría es que estaba averíado, por lo que llamaron a la Pacific para que lo repararan, lo que se hizo unos días después.

En otra ocasión, un columnista del periódico Los Angeles Times, encontró en la cabina a Rick Karr, un hombre de 51 años que decía haber recibido la orden del mismísimo Espíritu Santo de atender todas las llamadas que se pudieran recibir, y en 32 días atendió más de 500, incluídas las que hacía frecuentemente un tal "Sargento Zenón, del Pentágono".
El caso es que, tres años después de descubierta, la cabina del desierto de Mojave, murió de éxito: el 17 de mayo de 2000 fue retirada por petición expresa de las autoridades de la Reserva debido a la degradación que su entorno estaba sufriendo por tanta visita, y el número de teléfono, tras haber cambiado varias veces con anterioridad, dado de baja definitivamente. Posteriormente se erigió una placa conmemorativa, pero también terminó siendo retirada por el mismo motivo.
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