En 2008, Lin Zongxiu, residente en la provincia de Sichuán, oyó que la preparación de una sopa con cabeza humana podría curar a su hija, que padecía problemas psíquicos desde hace siete años, según el periódico regional.

Ella y su marido, Luo Tianhu, contrataron a un secuaz a sueldo que mató en la calle a un transeúnte borracho de 76 años antes de decapitarlo.
Luego sirvieron a su hija de 25 años la sopa, hecha con la cabeza de la víctima y pato.
La justicia condenó el lunes al asesino a la pena de muerte, con la posibilidad de conmutarla por cadena perpetua al cabo de dos años, y a la mujer a un año de prisión condicional por haber facilitado la destrucción de pruebas.
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